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Amanda Espinel

EL LIBRO SE NOS HA IDO DE LAS MANOS

Cinco, de las veinticuatro horas que tiene un día, según el estudio publicado en Plos ONE, las pasamos con el teléfono móvil en la mano. Esto supone el 62,5% de nuestro tiempo libre. Excepto algunos eruditos, ningún ciudadano corriente ha pasado, ni pasará, más de la mitad de su tiempo libre con un libro en la mano (el 40% de los españoles admite que nunca ha agarrado uno). Para que salgan las cuentas, la única opción posible para el otro 60% que pronuncia sí hacerlo, es que a la vez que sostienen el libro con una mano, en la otra tienen su teléfono móvil. De alguna manera esto no afecta simplemente a la atención que le prestamos a la lectura, sino que la modifica en sí misma. Lectura cruzada, lectura no lineal, lectura orgánica o lectura multimedia son algunos de los nuevos modos de leer que se han forjado a partir del desarrollo digital.


El libro en papel no pretende desaparecer, pero las cifras nos hablan de un gran descenso en la publicación y venta de ejemplares. Muchos lectores (infieles) se han pasado al bando del consumo de historias audiovisuales. Ver o escuchar es más fácil que leer. Es más fácil acceder inmediatamente a la información audiovisual que a la escrita y, evidentemente, es menos cansado consumirla. De manera que el hambre de historias, tan propio de nuestra mente, se sacia fácilmente a través de las plataformas de producción audiovisual. Otra causa más por las que el libro se aleja de nuestras manos.


Quizás hoy no leamos menos antes. Cada vez se genera más contenido en plataformas digitales y en este contexto se hace necesario un profesional especializado en la selección de contenido multimedia de calidad: el editor multimedia. Su función es crear nuevas formas de comunicación con el lector. La clave es aprovechar las nuevas tecnologías para relacionar productos y generar formatos híbridos, utilizando las redes sociales para segmentar (y dosificar) contenidos.


Los dos grandes grupos editoriales (Planeta y Penguin Random House) han impuesto ritmos de rotación de novedades demasiado elevados que la pequeña publicación independiente no puede sostener. Pero el mercado independiente puede hacer de este hándicap, su propio aliado a través de la generación de contenidos web que creen expectación. En la industria de la música o de la producción audiovisual, es cada vez más común recurrir a esa estrategia de compartir el contenido con cuenta gotas. De esta manera, aunque no se renueve el producto, se genera contenido novedoso en torno a él. Así se mantiene vivo el fondo editorial, tan importante a la hora de consolidar la personalidad de la empresa editorial. Sumándole a esta estrategia la denominada “freemium”, se puede complementar un contenido digital gratuito con el libro, cuyo destino parece ser convertirse en un producto de lujo. Dado que lo importante en este mundo es figurar, generar contenido online actualizado crea la sensación de presencia de un producto, aunque este producto no sea novedoso.


Hoy en día es imprescindible que los negocios cuenten con una buena estructura digital, además de diseñar una buena estrategia que les permita ser cercanos al consumidor. Complementar la oferta impresa con contenido digital supone darle al usuario una mejor experiencia. Una experiencia que se extiende en el espacio (más allá del libro) y en el tiempo (más allá de la lectura). Así pues, el futuro del libro es expandirse más allá de nuestras propias manos.

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